¿Cómo surge la idea de crear el Alojamiento rural?

La oportunidad llegó a través de una red de contactos que muchas veces actúa como catalizador de los sueños. Fue en la Asociación de Mujeres Empresarias donde conocí a Rocío, una de las propietarias de una casa rural que parecía hecha a medida para el proyecto que tanto tiempo llevábamos soñando. Al verla, supe de inmediato que ese lugar podía ser el inicio de algo más grande.

¿Habéis contado con ayudas?

Como en tantos otros proyectos emprendedores, la ilusión no basta. Hacía falta apoyo económico y, sobre todo, orientación para navegar los trámites. En ese momento clave apareció el GDR (Grupo de Desarrollo Rural), una entidad que no solo ofrece subvenciones, sino también un acompañamiento humano y eficaz. Presentamos el proyecto, y gracias a su solidez y a la claridad de sus ideas, la ayuda fue aprobada en poco tiempo.

Lo que más valoro del proceso no es únicamente el resultado económico, sino el acompañamiento recibido. En un mundo donde los trámites suelen ser impersonales y telemáticos, contar con personas como Teresa y Paco Estrella —referentes dentro del GDR— marcó una gran diferencia. Ellos nos ofrecieron una guía cercana, personalizada y efectiva en todo momento.

¿Qué es la casa de los Aromas?

Ahora, con el alojamiento ya en marcha, miramos hacia atrás y reconozco el valor de cada paso dado. La historia de la Casa de los Aromas no es solo la de una casa rural abierta al público; es el testimonio de cómo los sueños compartidos, cuando encuentran el apoyo adecuado, pueden transformarse en proyectos reales, sostenibles y con impacto en el entorno.